DSC00746Entrevista con María Jesús Gómez (Clínica Uner)

¿Qué tipo de pacientes acuden a la clínica?
Tratamos tanto con población adulta como infantil que ha sufrido daño cerebral, así como demencias. Somos un equipo multidisciplinar: tenemos logopedia, terapia ocupacional, psicología clínica, neuropsicología y fisioterapia. También contamos con expertos como trabajadores sociales. También trabajamos con autismo y atención temprana en daño cerebral (tumores, infartos, esclerosis múltiple, ELA, TEA…) con diferentes patologías. Ya éramos al principio un equipo multidisciplinar aunque se han ido incorporando poco a poco otros profesionales, conscientes de que iría dependiendo de los casos.

¿Qué tratamientos y actividades se realizan con los pacientes?
Tratamiento ambulatorio, trabajamos más con el paciente agudo, que pasa por los diferentes departamentos. El trabajo de psicología individual con paciente y familia, a la que se le dan pautas a nivel de logopedia, fisioterapia, cómo tiene que respirar, posicionar la boca… A nivel de terapia ocupacional mostramos a la familia cómo vestirle, cómo posicionar las cosas para que le sea cómodo. Cómo hacerle la transferencia (algunos pacientes están en silla de ruedas) a nivel de fisioterapia.

También trabajamos por sexos y con niños específicamente, tenemos un grupo de ayuda mutua. Ellos se juntan, por ejemplo los varones, y comentan cómo se sienten, qué piensan, y luego desarrollan relaciones sociales entre ellos fuera de aquí. Puesto que algunas amistades las han perdido, ya que las secuelas del daño cerebral tienen un tiempo infinito y cambian las habilidades sociales, muchos no pueden atender igual a los amigos; los pierden. Por eso se sienten muy bien entre ellos. En esos grupos, las mujeres por ejemplo hablan de relaciones sexuales, de las relaciones con sus hijos…

Gracias a esa terapia de grupo, ¿se nota el resultado?
Sí, buscan amigos nuevos, les conoces como son en ese momento, por lo que se sienten aceptados con sus defectos y con sus virtudes, pierden unos amigos pero aprenden a buscar otros. Se dan cuenta de sus dificultades y te plantean problemas; empiezan a darse cuenta de su situación, ya que el daño cerebral te cambia la vida, a veces se cabrean por todo lo que les ha pasado. Han pasado de un estado en el que están bien y lo pierden todo.

¿Por qué recomienda esta clínica?
Es mejor centrarse en lo que dice la familia del paciente, destaca la cercanía. Los pacientes no son juzgados, se sienten como una gran familia, una foto de todo el equipo, les deseaba. Ellos mismos siempre han destacado que “no somos uno más, nos llaman por nuestro nombre”.

¿Con qué tipo de entidades se colabora?
Colaboramos cada vez que nos piden ayuda. Recientemente hemos colaborado con Dar Al Karama por un niño presentaba hidrocefalia y ahora camina, corre, controla el idioma…. Intentamos ayudar con aquellas entidades que nos reclaman, sobre todo con el daño cerebral, que es nuestra especialidad.

Respecto al Máster en Psicología General Sanitaria, ¿cuál es la relación que guardáis?
Llevamos varios años en los que acogemos a los alumnos que vienen a hacer sus prácticas con el deseo de que puedan aprender que está este tipo de población, que ha sido desconocida para mucha parte de la sociedad, aunque ahora se empieza a conocer; todo el mundo sabe de alguien que ha tenido un tumor, un derrame cerebral, alguna enfermedad degenerativa… Nosotros estamos encantados, queremos que el alumno sepa cómo trabajar con este tipo de población. Y además también hemos tenido el placer de dar alguna conferencia o clase dentro del máster y es muy gratificante poder transmitir lo que hacemos en la clínica.

¿Con cuántos alumnos se ha trabajado?
Solemos tener dos o tres alumnos cada curso del máster. Es importante para nosotros que el alumno pueda trabajar con el paciente, que sienta lo que él paciente le quiere transmitir.

¿Qué trabajo desempeñan?
Aparte de la obligatoria confidencialidad de los casos, están una semana o dos viendo qué trabajo desempeñamos y cómo. A partir de ahí, van trabajando de una forma supervisada y les vamos corrigiendo. Pasan por las terapias, conocen el límite del área de cada uno de los compañeros, ven qué trabajo desempeñan… También les decimos que se programen una conferencia, que profundicen en un tema. Además realizan alguna tarea de rehabilitación, para que vean las dificultades que se pueden encontrar en el trabajo práctico con otros pacientes. En definitiva, interaccionan, preguntan y observan.

¿Con qué formación llegan?
Llegan con una buena preparación, tienen gran predisposición. Que estén o no muy preparados es algo relativo, tienes que estar reciclándote continuamente. Cuanto más sepan de neuropsicología, mejor, pero ni siquiera los profesionales que estamos en la clínica lo controlamos todo. Estamos en continuo reciclaje.

¿Qué les aporta para su formación profesional?
Muchos nos indican que tenían unas prioridades en la vida y cuando salen tienen otras. Llegan a la conclusión de que nos preocupamos por cosas más banales. Aquí se encuentran con problemas de verdad: pacientes que necesitan trabajar para ver cómo se pueden levantar, cómo ponerse los zapatos… Aprenden a comunicarse. Fuera estás en un entorno en el que crees que te sabes comunicar, pero cuando te enfrentas a los pacientes ves que es más complicado, es cuando aprendes a comunicarte. La mayoría nos piden continuar. Una cosa que nos suelen decir por ejemplo es que después de su paso por la clínica han aprendido a ser más fuertes consigo mismos y a sonreír día a día.

¿Después tienen probabilidad de incorporarse a la plantilla?
Sí, de hecho hay tres personas del máster que trabajan aquí.

¿Por qué recomendarías del máster?
Por las personas que coordinan el máster, los directores, no todo es la docencia. Se molestan mucho para que sea bueno, para que haya calidad. Además es un máster que te abre muchas puertas.